«Una de las peores consecuencias de la preocupación es que destruye nuestra capacidad de concentración. Cuando nos preocupamos, nuestro espíritu, nuestra imaginación y nuestros pensamientos andan de acá para allá, sin detenerse en ninguna parte, y pierden todo el poder de decisión. Sin embargo, cuando aceptamos con calma lo peor que puede pasar, eliminamos esas imaginaciones tenebrosas y nos situamos en una posición en la que somos capaces de concentrarnos en nuestro problema para encontrar soluciones reales y eficaces.»
Dale Carnegie.
